Se bajaron el coche y me encantaron en cuanto los vi. Era la primera vez que nos teníamos delante pero era como si nos conociéramos de toda la vida ya que habíamos hablado muchísimo por teléfono. Como fotógrafo de boda en Sevilla siempre trato de conectar con las parejas, de divertirme con ellos y captar su esencia. De ahí la importancia de la preboda y de lo mucho que se relajas.
Y ahí estaban por fin: Marina, una guapísima chica, vital, superalegre y muy divertida. Manolo, armado con su guitarra, siempre con una sonrisa dibujada en la cara, silencioso al principio pero con una mirada que lo decía todo, sobre todo cuando la dirigía hacia ella. Y comenzamos, a conocernos, charlar, divertirnos, hacer algo el gamberro y a captar lo especial que es esta pareja y lo mucho que se quieren. Y todo bajo la atenta mirada de Tito, su perro que no se perdió ni una foto ¡así acabó el pobre!